Posidonia oceanica, la clave contra el cambio climático
La Posidonia oceánica pertenece, aunque se piense que son algas, a un grupo de plantas de origen terrestre que durante su evolución ha podido adaptarse al medio marino. Sus hojas pueden llegar a medir más de un metro, formando extensas praderas en el fondo marino. Su crecimiento es muy lento; y se estima que las praderas del Mediterráneo tienen más de 100.000 años, siendo el ser vivo más longevo del planeta. Es una especie endémica del Mediterráneo y desde 1999 las praderas del Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Estas praderas cumplen una función imprescindible por el mantenimiento de la biodiversidad, sirviendo como refugio de muchas especies, para criar y como hábitat de especies protegidas y amenazadas. Se calcula que más de 400 especial vegetales y 1000 de animales habitan en las praderas de posidonia. Además, al igual que un bosque, son la entrada de nutrientes y energía al resto de cadena trófica. Es uno de los ecosistemas más productivos de la biosfera y destaca por su capacidad de actuar como sumidero de CO2, superando la capacidad de la selva amazónica. Cuando pierde las hojas, acaban en las playas y sirven para fijar la arena durante el invierno; pero, además, forma parte del ecosistema que ayuda a crear la arena y ayuda a disminuir la acción erosiva del oleaje. Por último, las praderas colaboran en mantener el agua marina limpia y transparente, siendo grandes filtradoras de sedimentos.
Son varias las amenazas a esta especie vegetal tan importante. Por un lado, las amenazas provocadas por el ser humano como las prácticas de pesca, el anclaje de las embarcaciones (que destruyen el lecho marino con el arrastre de anclas y cadenas), la contaminación marina, los vertidos de aguas de cloaca, por la extracción de arena y dragados. Debido a estas amenazas, en los últimos años, ha desparecido en la zona entre un 30 y 40% de posidonia.
También se ve amenazada por la presencia de especies invasoras. Su principal amenaza es un alga introducida accidentalmente por el ser humano debido a un vertido accidental en un acuario de Mónaco. Ésta no es comestible debido a unas toxinas que contienen, por lo que la única forma de erradicarla es arrancarla. Además, como hemos mencionado anteriormente, la posidonia se ve muy afectada por la transparencia del agua; por lo que un aumento de la turbidez (ya sea por un vertido o por la suspensión de sedimentos) afecta negativamente a la pradera.
Y por el cambio climático. Esta planta soporta temperaturas comprendidas entre los 10 y los 28°C, pero es muy sensible a los cambios de las propiedades del agua. Con el aumento de las temperaturas del agua de los océanos provocada por el cambio climático, cuando sobrepasa el limite soportado, las tasas de mortalidad de la posidonia se disparan, provocando la desaparición de un 6% de la superficie de posidonia al año.
Por lo tanto, si esta planta desapareciera, las consecuencias serían contundentes: aumentaría el efecto invernadero, provocaría la reducción de la cantidad de arena de las playas, el agua estaría más sucia por falta de filtrado y se verían perjudicadas muchas especies animales que tienen a esta planta como hábitat.