Los arquitectos reclaman un gran pacto verde por un urbanismo resiliente
Publicado por: Cristina Yuste
El Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) defiende el papel “esencial” de la arquitectura en la adaptación de viviendas y ciudades a los incrementos de temperatura y aboga por un “gran pacto verde” que acelere la resiliencia urbana frente al cambio climático.
El CSCAE incide en un comunicado en que el progresivo aumento de la temperatura en España “dibuja un país cada vez más cálido y seco” y en el “reto colectivo” de revertir esa tendencia, la arquitectura “tiene mucho que decir y aportar”, máxime cuando los edificios representan el 30 por ciento del consumo energético y generan el 36 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sostenibilidad y bienestar
Para avanzar en viviendas, pueblos y ciudades más sostenibles e incrementar al mismo tiempo el bienestar individual y colectivo de las personas, el Consejo de Arquitectos propone un decálogo de estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático, donde el diseño “es esencial” para reducir consumos y emisiones.
El presidente del CSCAE, Lluís Comerón, asegura que “intervenir en un edificio requiere conocerlo profundamente y encontrar soluciones y respuestas personalizadas, que puedan extraer su máximo potencial para mejorar el ahorro energético, el confort y la utilidad para sus usuarios, con la mejor relación entre beneficios y costes”.
Este organismo ha elaborado un decálogo de estrategias arquitectónicas de adaptación al aumento progresivo de las temperaturas, entre las que destacan el almacenamiento térmico, el control solar y el uso de elementos naturales o de captación de energías renovables.
Hacia un escenario resiliente
El CSCAE recuerda que el almacenamiento térmico, una técnica empleada “desde la antigüedad”, aprovecha la inercia térmica de determinados materiales constructivos capaces de ceder durante el día el frescor acumulado por la noche y reducir así la temperatura interior.
El control de la radiación solar se puede lograr, señala, mediante elementos de protección móviles, como persianas, contraventanas, toldos o parasoles, o fijos, como voladizos, aleros o celosías, el uso de colores y materiales que aumenten la energía reflejada y disminuyan la absorbida o la colocación estratégica de las ventanas.El uso de elementos naturales, como el arbolado o la vegetación, reduce la temperatura del ambiente al proyectar sombra, añade el CSCAE, que aboga por renaturalizar los espacios urbanos y el uso en las viviendas de espacios intermedios y galerías como invernaderos, que “funcionan como colchones térmicos”.
El uso de sistemas de captación de energías renovables, como placas fotovoltaicas, mecanismos de geotermia o pozos canadienses, el aislamiento exterior de fachadas, la conversión de azoteas en cubiertas verdes y la “profunda renovación” de las estructuras urbanas son para este colectivo aspectos clave en la lucha contra la crisis climática.
COVID-19 y calidad del aire
El organismo incide en que, aunque la calidad del aire mejoró durante los meses de confinamiento e hibernación de la economía por la COVID-19, “paradójicamente, las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), principal responsable del cambio climático, y metano fueron máximas”.
Ello se debe, explica, a que el periodo de persistencia del CO2 en la atmósfera puede durar siglos, “de ahí la importancia de acelerar y adelantar la transformación profunda de nuestras viviendas y ciudades para frenar al calentamiento global”.
EFEverde