Las prácticas agrícolas abocan a los insectos a una desaparición masiva
Una investigación de la Universidad de Sidney indica que si no se cambia la forma de producir alimentos, los insectos se extinguirán en unas pocas décadas
Los insectos están amenazados en todo el mundo y su desaparición puede provocar un «colapso catastrófico» en los ecosistemas naturales, asegura una investigación de la Universidad de Sidney (Australia) publicada en la revista científica Biological Conservation. Sus conclusiones apuntan a que más de la mitad de las especies están disminuyendo rápidamente y una tercera parte está amenazada por la extinción. Unos datos que hacen temer que más del 40% de las especies de insectos se extingan en las próximas décadas. Las mariposas y las polillas están dentro de las más afectadas.
Los datos son tan preocupantes que los autores de la investigación -Francisco Sánchez-Bayo y Kris A.G. Wyckhuys- interpretan que dado que los insectos comprenden alrededor de dos tercios de todas las especies terrestres, nos encontramos al comienzo de la «sexta extinción masiva», que está afectando «profundamente» a la vida en nuestro planeta. Estos animales son esenciales dado que son alimento para otros, además de ser polinizadores.
La investigación reúne por primera vez los resultados de 73 estudios parciales realizados en diferentes partes del mundo, sobre todo en países desarrollados de Europa y América del Norte donde se encuentran los registros históricos más completos. Los datos concluyen que los cambios que se están produciendo en el hábitat y la contaminación son los principales culpables de la tendencia a la baja de los insectos. Y se señala a la intensificación de la agricultura en las últimas seis décadas como la causa «fundamental del problema al uso de pesticidas sintéticos». Un comportamiento que se repite a lo largo y ancho del mundo. Por este motivo, concluyen: «A menos que cambiemos nuestras formas de producir alimentos, los insectos en su conjunto van camino de la extinción en unas pocas décadas». Las repercusiones que esto tendrá para «los ecosistemas del planeta son, como mínimo, catastróficas, ya que los insectos se encuentran en la base estructural y funcional de muchos de ellos desde su aparición al final del período Devónico, hace casi 400 millones de años».
En 2017, un estudio de 27 años en varias áreas protegidas de Alemania determinó una «impactante disminución del 76% en la biomasa de insectos voladores». Unas cifras que representan un promedio de 2,8% de pérdida en biomasa de insectos por año en áreas con bajos niveles de perturbación humana. Es preocupante, advierten los científicos, que la bajada sea constante a lo largo de tres décadas. Un estudio más reciente en las selvas tropicales de Puerto Rico muestra pérdidas de biomasa de entre un 98% y 78% para artrópodos.
Ambos estudios están en línea con informes anteriores sobre disminución de mariposas, escarabajos, mariquitas, libélulas, moscas de piedra y abejas silvestres en Europa y América del Norte en las últimas décadas. Parece que la pérdida de insectos es sustancialmente mayor que las que han sufrido aves o plantas durante los mismos periodos, lo que podría «desencadenar efectos en cascada dentro de los ecosistemas del mundo».
Algunas de las mejoras que se proponen para paliar la situación son aumentar las franjas de setos de flores en los bordes del campo que aumentan la abundancia de polinizadores silvestres y la rotación de cultivos que potencien la presencia de abejorros. Esta «ingeniería ecológica» también conserva a los insectos naturales «que son esenciales para mantener a raya a las plagas de muchos cultivos», concretan. Para los insectos acuáticos se apunta a la «rehabilitación de las marismas y a la mejora de la calidad del agua».