La Resiliencia Urbana, uno de los retos de las urbes del siglo XXI
Define las Naciones Unidas (ONU) una ciudad resiliente como una que “evalúa, planifica y actúa para prepararse y responder a peligros naturales y creados por el hombre a fin de proteger y mejorar la vida de las personas, asegurar los beneficios del desarrollo, fomentar un entorno de inversión e impulsar un cambio positivo”. Estos desafíos, los tenemos a día de hoy muy presentes no sólo por la reciente celebración del Día Mundial de las Ciudades el 31 de octubre, sino también de manera más catastrófica tras los daños dejados por Dana o las últimas lluvias ocurridas en Barcelona.
Actualmente, diversas ciudades han hecho de la necesidad de resiliencia una virtud como pueden ser, Quito, Johannesburgo o Bangkok, entre otras. Destaca también la ciudad de Nueva Orleans donde la resiliencia cobra una especial importancia. Su proyecto ‘Resilient New Orleans’ es una respuesta a las catástrofes de las que ha tenido que reponerse: Katrina y Deepwater Horizon, entre otras. Y de las que, por ubicación y exposición a las inclemencias del cambio climático, tendrá que enfrentarse en el futuro.
La influencia del cambio climático está produciendo un aumento de situaciones climáticas extremas. En los países de la cuenca del Mediterráneo entre ellos España, más protegidos de la incidencia de este tipo de inclemencias, tienen otras preocupaciones. La sequía y las lluvias torrenciales ya empiezan a ser más comunes en las portadas de los periódicos.
Si tenemos en cuenta que, por primera vez en la historia, el porcentaje de personas que habita en las ciudades supera al de zonas rurales y que para 2050 se prevé que éste alcance en torno al 70%, urge poner en práctica las medidas que garanticen el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la ONU para 2030.
Entre estos destacan el de ciudades y comunidades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Siendo estos dos últimos puntos muy complementarios. “La resiliencia de las ciudades es un beneficio común para todos los ciudadanos. Una ciudad capaz de adaptarse a situaciones de crisis, a las amenazas medioambientales o al inevitable paso del tiempo, es una ciudad sostenible y con futuro”, apunta Pere Malgrat, experto en el tema.
La ONU calcula que si no se invierte en ciudades resilientes para 2030, los desastres tendrán un coste mundial de 300.000 millones de euros anuales. Además, sus consecuencias en la población urbana pueden suponer que 77 millones de residentes caigan en la pobreza.
Fuente: El Mundo